CENTRO DE LA DIMENSIÓN SOCIAL DE LA EVANGELIZACIÓN
TEMA: ¿QUÉ
ES LA DIMENSIÓN SOCIAL DE LA EVANGELIZACIÓN? Parte II
OBJETIVO: Descubrir el verdadero sentido de la dimensión
social de la evangelización como el corazón del Evangelio y su fundamento en el
magisterio de la Iglesia, profundizando en el llamado a una experiencia
cristiana generadora de transformación social.
FUNDAMENTACIÓN BÍBLICA: Gálatas 2, 10
«Sólo pidieron que nos acordáramos de los pobres, cosa
que siempre he tratado de cumplir.».
MAGISTERIO DE LA IGLESIA:
Exhortación Apostólica Evangelii Gaudium. Capítulo 4.
El imperativo de escuchar el clamor de los pobres se hace
carne en nosotros cuando se nos estremecen las entrañas ante el dolor ajeno.
Releamos algunas enseñanzas de la Palabra de Dios sobre la misericordia, para
que resuenen con fuerza en la vida de la Iglesia. El Evangelio proclama:
«Felices los misericordiosos, porque obtendrán misericordia» (Mt 5,7).
El Apóstol Santiago enseña que la misericordia con los demás nos permite salir
triunfantes en el juicio divino: «Hablad y obrad como corresponde a quienes
serán juzgados por una ley de libertad. Porque tendrá un juicio sin
misericordia el que no tuvo misericordia; pero la misericordia triunfa en el
juicio» (2,12-13). En este texto, Santiago se muestra como heredero de lo más
rico de la espiritualidad judía del postexilio, que atribuía a la misericordia
un especial valor salvífico: «Rompe tus pecados con obras de justicia, y tus
iniquidades con misericordia para con los pobres, para que tu ventura sea
larga» (Dn 4,24). En esta misma línea, la literatura sapiencial
habla de la limosna como ejercicio concreto de la misericordia con los
necesitados: «La limosna libra de la muerte y purifica de todo pecado» (Tb 12,9).
Más gráficamente aún lo expresa el Eclesiástico: «Como el agua apaga el fuego
llameante, la limosna perdona los pecados» (3,30). La misma síntesis aparece
recogida en el Nuevo Testamento: «Tened ardiente caridad unos por otros, porque
la caridad cubrirá la multitud de los pecados» (1 Pe 4,8). Esta
verdad penetró profundamente la mentalidad de los Padres de la Iglesia y
ejerció una resistencia profética contracultural ante el individualismo
hedonista pagano. Recordemos sólo un ejemplo: «Así como, en peligro de
incendio, correríamos a buscar agua para apagarlo […] del mismo modo, si de
nuestra paja surgiera la llama del pecado, y por eso nos turbamos, una vez que
se nos ofrezca la ocasión de una obra llena de misericordia, alegrémonos de
ella como si fuera una fuente que se nos ofrezca en la que podamos sofocar el
incendio».
Es un mensaje tan claro, tan directo, tan simple y
elocuente, que ninguna hermenéutica eclesial tiene derecho a relativizarlo. La
reflexión de la Iglesia sobre estos textos no debería oscurecer o debilitar su
sentido exhortativo, sino más bien ayudar a asumirlos con valentía y fervor.
¿Para qué complicar lo que es tan simple? Los aparatos conceptuales están para
favorecer el contacto con la realidad que pretenden explicar, y no para
alejarnos de ella. Esto vale sobre todo para las exhortaciones bíblicas que
invitan con
tanta contundencia al amor fraterno, al servicio humilde y
generoso, a la justicia, a la misericordia con el pobre. Jesús nos enseñó este
camino de reconocimiento del otro con sus palabras y con sus gestos. ¿Para qué
oscurecer lo que es tan claro? No nos preocupemos sólo por no caer en errores
doctrinales, sino también por ser fieles a este camino luminoso de vida y de
sabiduría. Porque «a los defensores de “la ortodoxia” se dirige a veces el
reproche de pasividad, de indulgencia o de complicidad culpables respecto a
situaciones de injusticia intolerables y a los regímenes políticos que las
mantienen».
Cuando san Pablo se acercó a los Apóstoles de Jerusalén
para discernir «si corría o había corrido en vano» (Ga 2,2), el
criterio clave de autenticidad que le indicaron fue que no se olvidara de los
pobres (cf. Ga 2,10). Este gran criterio, para que las
comunidades paulinas no se dejaran devorar por el estilo de vida individualista
de los paganos, tiene una gran actualidad en el contexto presente, donde tiende
a desarrollarse un nuevo paganismo individualista. La belleza misma del
Evangelio no siempre puede ser adecuadamente manifestada por nosotros, pero hay
un signo que no debe faltar jamás: la opción por los últimos, por aquellos que
la sociedad descarta y desecha.
A veces somos duros de corazón y de mente, nos olvidamos,
nos entretenemos, nos extasiamos con las inmensas posibilidades de consumo y de
distracción que ofrece esta sociedad. Así se produce una especie de alienación
que nos afecta a todos, ya que «está alienada una sociedad que, en sus formas
de organización social, de producción y de consumo, hace más difícil la
realización de esta donación y la formación de esa solidaridad interhumana».
IGUALES PERO DIFERENTES
Observa estas dos imágenes y encuentra las 6 diferencias
que hay en ellas.
Recuerda…
Todos los seres humanos podemos hacer obras buenas,
pero hay quienes las hacen por intereses personales para aliviar la conciencia
de errores cometidos, la diferencia que hay con quienes siguen a Jesús, es que
lo hacen como respuesta al llamado a ser prójimos y por un amor de las
entrañas.
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