TEMA: ¿QUÉ ES LA DIMENSIÓN SOCIAL DE LA EVANGELIZACIÓN? Parte III
OBJETIVO: Descubrir el verdadero sentido de la dimensión
social de la evangelización como el corazón del Evangelio y su fundamento en el
magisterio de la Iglesia, profundizando en el llamado a una experiencia
cristiana generadora de transformación social.
FUNDAMENTACIÓN BÍBLICA: Filipenses 2, 5
«Tengan los mismos
sentimientos de Cristo Jesús».
MAGISTERIO DE LA IGLESIA: Exhortación
Apostólica Evangelii Gaudium. Capítulo 4.
El lugar privilegiado de los pobres en el Pueblo de Dios
El corazón de Dios tiene un sitio preferencial para los
pobres, tanto que hasta Él mismo «se hizo pobre» (2 Co 8,9). Todo
el camino de nuestra redención está signado por los pobres. Esta salvación vino
a nosotros a través del «sí» de una humilde muchacha de un
pequeño pueblo perdido en la periferia de un gran imperio. El Salvador nació en
un pesebre, entre animales, como lo hacían los hijos de los más pobres; fue
presentado en el Templo junto con dos pichones, la ofrenda de quienes no podían
permitirse pagar un cordero (cf. Lc 2,24; Lv 5,7);
creció en un hogar de sencillos trabajadores y trabajó con sus manos para
ganarse el pan. Cuando comenzó a anunciar el Reino, lo seguían multitudes de
desposeídos, y así manifestó lo que Él mismo dijo: «El Espíritu del Señor está
sobre mí, porque me ha ungido. Me ha enviado para anunciar el Evangelio a los
pobres» (Lc 4,18). A los que estaban cargados de dolor, agobiados
de pobreza, les aseguró que Dios los tenía en el centro de su corazón:
«¡Felices vosotros, los pobres, porque el Reino de Dios os pertenece!» (Lc 6,20);
con ellos se identificó: «Tuve hambre y me disteis de comer», y enseñó que la
misericordia hacia ellos es la llave del cielo (cf. Mt 25,35s).
Para la Iglesia la opción por los pobres es una
categoría teológica antes que cultural, sociológica, política o filosófica.
Dios les otorga «su primera misericordia». Esta preferencia divina tiene
consecuencias en la vida de fe de todos los cristianos, llamados a tener «los
mismos sentimientos de Jesucristo» (Flp 2,5). Inspirada en ella, la
Iglesia hizo una opción por los pobres entendida como una
«forma especial de primacía en el ejercicio de la caridad cristiana, de la cual
da testimonio toda la tradición de la Iglesia». Esta opción —enseñaba Benedicto
XVI— «está implícita en la fe cristológica en aquel Dios que se ha hecho pobre
por nosotros, para enriquecernos con su pobreza». Por eso quiero una Iglesia
pobre para los pobres. Ellos tienen mucho que enseñarnos. Además de participar
del sensus fidei, en sus propios dolores conocen al Cristo
sufriente. Es necesario que todos nos dejemos evangelizar por ellos. La nueva
evangelización es una invitación a reconocer la fuerza salvífica de sus vidas y
a ponerlos en el centro del camino de la Iglesia. Estamos llamados a descubrir
a Cristo en ellos, a prestarles nuestra voz en sus causas, pero también a ser
sus amigos, a escucharlos, a interpretarlos y a recoger la misteriosa sabiduría
que Dios quiere comunicarnos a través de ellos.
Nuestro compromiso no consiste exclusivamente en acciones o
en programas de promoción y asistencia; lo
que el Espíritu moviliza no es un desborde activista, sino ante todo
una atención puesta en el otro «considerándolo como uno
consigo». Esta atención amante es el inicio de una verdadera preocupación por
su persona, a partir de la cual deseo buscar efectivamente su bien. Esto
implica valorar al pobre en su bondad propia, con su forma de ser, con su
cultura, con su modo de vivir la fe. El verdadero amor siempre es
contemplativo, nos permite servir al otro no por necesidad o por vanidad, sino
porque él es bello, más allá de su apariencia: «Del amor por el cual a uno
le es grata la otra persona depende que le dé algo gratis». El pobre, cuando es
amado, «es estimado como de alto valor», y esto diferencia la auténtica opción
por los pobres de cualquier ideología, de cualquier intento de utilizar a los
pobres al servicio de intereses personales o políticos. Sólo desde esta
cercanía real y cordial podemos acompañarlos adecuadamente en su camino de
liberación. Únicamente esto hará posible que «los pobres, en cada comunidad cristiana,
se sientan como en su casa. ¿No sería este estilo la más grande y eficaz
presentación de la Buena Nueva del Reino?». Sin la opción preferencial por los
más pobres, «el anuncio del Evangelio, aun siendo la primera caridad, corre el
riesgo de ser incomprendido o de ahogarse en el mar de palabras al que la
actual sociedad de la comunicación nos somete cada día».
Puesto que esta Exhortación se dirige a los miembros de la
Iglesia católica quiero expresar con dolor que la peor discriminación que
sufren los pobres es la falta de atención espiritual. La inmensa mayoría de los
pobres tiene una especial apertura a la fe; necesitan a Dios y no podemos dejar
de ofrecerles su amistad, su bendición, su Palabra, la celebración de los
Sacramentos y la propuesta de un camino de crecimiento y de maduración en la
fe. La opción preferencial por los pobres debe traducirse principalmente en
una atención religiosa privilegiada y prioritaria.
Nadie
debería decir que se mantiene lejos de los pobres porque sus opciones de vida
implican prestar más atención a otros asuntos. Ésta es una excusa frecuente en
ambientes académicos, empresariales o profesionales, e incluso eclesiales. Si
bien puede decirse en general que la vocación y la misión propia de los fieles
laicos es la transformación de las distintas realidades terrenas para que toda
actividad humana sea transformada por el Evangelio, nadie puede sentirse
exceptuado de la preocupación por los pobres y por la justicia social: «La
conversión espiritual, la intensidad del amor a Dios y al prójimo, el celo por
la justicia y la paz, el sentido evangélico de los pobres y de la pobreza, son
requeridos a todos». Temo que también estas palabras sólo sean objeto de
algunos comentarios sin una verdadera incidencia práctica. No obstante, confío
en la apertura y las buenas disposiciones de los cristianos, y os pido que
busquéis comunitariamente nuevos caminos para acoger esta renovada propuesta.
EXPERIENCIAS DE VIDA
En el
siguiente documental encontraras las claves para el servicio
desde lo cotidiano que propone la Santa Madre Teresa de Calcuta. Llévalas a un
momento de diálogo con Jesús y pidele que las siembre en tu corazón si
aún no están y si ya están, pídele que las haga brillar cada día más.
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