CENTRO DE LA DIMENSIÓN SOCIAL DE LA
EVANGELIZACIÓN
TEMA: ¿QUÉ ES LA
DIMENSIÓN SOCIAL DE LA EVANGELIZACIÓN? Parte IV
OBJETIVO: Descubrir el verdadero sentido de la dimensión social de la
evangelización como el corazón del Evangelio y su fundamento en el magisterio
de la Iglesia, profundizando en el llamado a una experiencia cristiana
generadora de transformación social.
FUNDAMENTACIÓN
BÍBLICA: Mateo 25,40
«Lo que hicisteis
a uno de estos hermanos míos más pequeños, lo hicisteis a mí».
MAGISTERIO
DE LA IGLESIA: Exhortación Apostólica
Evangelii Gaudium. Capítulo 4.
La necesidad de resolver las causas estructurales de la
pobreza no puede esperar, no sólo por una exigencia pragmática de obtener
resultados y de ordenar la sociedad, sino para sanarla de una enfermedad que la
vuelve frágil e indigna y que sólo podrá llevarla a nuevas crisis. Los
planes asistenciales, que atienden ciertas urgencias, sólo deberían pensarse
como respuestas pasajeras. Mientras no se resuelvan radicalmente los
problemas de los pobres, renunciando a la autonomía absoluta de los mercados y
de la especulación financiera y atacando las causas estructurales de la
inequidad, no se resolverán los problemas del mundo y en definitiva ningún
problema. La inequidad es raíz de los males sociales.
La dignidad de cada persona humana y el bien común
son cuestiones que deberían estructurar toda política económica, pero a veces
parecen sólo apéndices agregados desde fuera para completar un discurso
político sin perspectivas ni programas de verdadero desarrollo integral.
¡Cuántas palabras se han vuelto molestas para este sistema! Molesta que se
hable de ética, molesta que se hable de solidaridad mundial, molesta que se
hable de distribución de los bienes, molesta que se hable de preservar las
fuentes de trabajo, molesta que se hable de la dignidad de los débiles, molesta
que se hable de un Dios que exige un compromiso por la justicia. Otras veces
sucede que estas palabras se vuelven objeto de un manoseo oportunista que las
deshonra. La cómoda indiferencia ante estas cuestiones vacía nuestra vida y
nuestras palabras de todo significado. La vocación de un empresario es una
noble tarea, siempre que se deje interpelar por un sentido más amplio de la
vida; esto le permite servir verdaderamente al bien común, con su esfuerzo por
multiplicar y volver más accesibles para todos los bienes de este mundo.
Ya no podemos confiar en las fuerzas ciegas y en la mano
invisible del mercado. El crecimiento en equidad exige algo más que el
crecimiento económico, aunque lo supone, requiere decisiones, programas,
mecanismos y procesos específicamente orientados a una mejor
distribución del ingreso, a una creación de fuentes de trabajo, a una promoción
integral de los pobres que supere el mero asistencialismo. Estoy lejos de
proponer un populismo irresponsable, pero la economía ya no puede recurrir a
remedios que son un nuevo veneno, como cuando se pretende aumentar la
rentabilidad reduciendo el mercado laboral y creando así nuevos excluidos.
¡Pido a Dios que crezca el número de políticos capaces de
entrar en un auténtico diálogo que se oriente eficazmente a sanar las raíces
profundas y no la apariencia de los males de nuestro mundo! La política, tan
denigrada, es una altísima vocación, es una de las formas más preciosas de la
caridad, porque busca el bien común. Tenemos que convencernos de que la caridad
«no es sólo el principio de las micro-relaciones, como en las amistades, la
familia, el pequeño grupo, sino también de las macro-relaciones, como las
relaciones sociales, económicas y políticas». ¡Ruego al Señor que nos
regale más políticos a quienes les duela de verdad la sociedad, el pueblo, la
vida de los pobres! Es imperioso que los gobernantes y los poderes financieros
levanten la mirada y amplíen sus perspectivas, que procuren que haya trabajo
digno, educación y cuidado de la salud para todos los ciudadanos. ¿Y por qué no
acudir a Dios para que inspire sus planes? Estoy convencido de que a partir de
una apertura a la trascendencia podría formarse una nueva mentalidad política y
económica que ayudaría a superar la dicotomía absoluta entre la economía y el
bien común social.
La economía, como la misma palabra indica, debería ser el
arte de alcanzar una adecuada administración de la casa común, que es el mundo
entero. Todo acto económico de envergadura
realizado en una parte del planeta repercute en el todo; por ello ningún
gobierno puede actuar al margen de una responsabilidad común. De hecho, cada
vez se vuelve más difícil encontrar soluciones locales para las enormes
contradicciones globales, por lo cual la política local se satura de problemas
a resolver. Si realmente queremos alcanzar una sana economía mundial, hace
falta en estos momentos de la historia un modo más eficiente de interacción
que, dejando a salvo la soberanía de las naciones, asegure el bienestar
económico de todos los países y no sólo de unos pocos.
Cualquier comunidad de la Iglesia, en la medida en que
pretenda subsistir tranquila sin ocuparse creativamente y cooperar con
eficiencia para que los pobres vivan con dignidad y para incluir a todos,
también correrá el riesgo de la disolución, aunque hable de temas sociales o
critique a los gobiernos. Fácilmente terminará sumida en la mundanidad
espiritual, disimulada con prácticas religiosas, con reuniones infecundas o con
discursos vacíos.
Sólo me interesa procurar que aquellos que están
esclavizados por una mentalidad individualista, indiferente y egoísta, puedan
liberarse de esas cadenas indignas y alcancen un estilo de vida y de
pensamiento más humano, más noble, más fecundo, que dignifique su paso por esta
tierra.
ACRÓSTICO
Construye frases o palabras alusivas a la lectura, con la
primera letra de esta palabra y mientras lo haces haz una oración especial por
políticos y gobernantes.
Escribe tu compromiso social como resultado del estudio de
nuestra Exhortación Apostólica y colócalo en tu biblia en la cita enunciada al
inicio de nuestro taller. Mateo 25,40 procura
ponerlo en acción.
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