miércoles, 1 de julio de 2020

NL 7 HACIA UNA CULTURA VOCACIONAL 1


“Subió al monte y llamó a los que él quiso; y vinieron donde él. Instituyó Doce, para que estuvieran con él, y para enviarlos a predicar con poder de expulsar los demonios. Instituyó a los Doce y puso a Simón el nombre de Pedro; a Santiago el de Zebedeo y a Juan, el hermano de Santiago, a quienes puso por nombre Boanerges, es decir, hijos del trueno; a Andrés, Felipe, Bartolomé, Mateo, Tomás, Santiago el de Alfeo, Tadeo, Simón el Cananeo y Judas Iscariote, el mismo que le entregó” (Marcos 3, 13-19).

El discipulado misionero, configurado con Cristo desde el bautismo, vive su experiencia de fe como miembro de una comunidad. No se puede ser verdadero discípulo sin vivir la comunión con Cristo y con la comunidad de discípulos convocada por él.

En la comunidad de discípulos cada uno recibe la responsabilidad de descubrir, ayudado por la gracia, el Plan de Dios para su vida, por lo tanto, esta comunidad es toda ella vocacional.

Se dice que el hombre hace experiencia de Dios, pero la revelación misma nos demuestra que es “Dios quien hace experiencia del hombre[1]”. El Misterio de Dios manifestado a los hombres, es recibido y conocido por todos los que aman a Cristo. Cada miembro de la comunidad es convocada a realizar en su vida una misión, viviendo la expresión que dice: ‘la comunión es misionera y la misión es comunión’. Cada discípulo toma del mismo Señor los compromisos que le corresponde realizar en su vida y en la comunidad realiza el discernimiento de su sentido de vida.

La vida en comunión le permite al discípulo misionero descubrir una gran diversidad de opciones por las cuales responder al llamado del Señor. Es por ello que la promoción vocacional debe ser una verdadera urgencia dentro de la Iglesia[2].

De acuerdo con las conclusiones del II Congreso de Vocaciones, la cultura vocacional tiene tres elementos claves:

1.      Una teología vocacional (mentalidad): principios que dan sentido a la realización de la persona en relación con Dios.

2.     Una espiritualidad vocacional (sensibilidad): motivaciones que dan significado e impulso a la realización de la persona en relación con Dios, los hermanos y la creación.

3.     Una pedagogía vocacional (opciones y compromisos): proceso educativo de la coherencia entre los dos primeros elementos y que son traducidos en gestos consecuentes de la vida diaria.


Asumir estos tres elementos lleva a que en la Iglesia nos sintamos realmente corresponsables de la vocación del otro[3].

A la Pastoral Vocacional le corresponde coordinar las acciones para que cada miembro de la comunidad eclesial reconozca la llamada de Dios y encuentre la forma de responder con generosidad a este llamado y “pueda descubrir el camino para la realización de un proyecto de vida según lo quiere Dios y lo necesita el mundo de hoy. Al responder, cada uno reconocerá el servicio o ministerio que va a prestar en la comunidad[4]. Es por esto que en la Iglesia podemos encontrar diversidad de llamados de parte del Señor a vivir y servir en:

·       La vida sacerdotal: por su configuración con Cristo Buen Pastor, el sacerdote se entrega y ama a la humanidad donando su propia vida. Su discipulado misionero se caracteriza por la contemplación de Jesús y su atracción especial hacia los bienes sobrenaturales. Su sacerdocio se hace en la cruz de Cristo.
·       La vida consagrada: por sus votos sigue más de cerca a Cristo sirviendo a toda la humanidad. El consagrado dedica su vida a Cristo en un carisma concreto para estar a favor de los más necesitados. Por su testimonio de radicalidad evangélica invita a la santidad.
·       La vida matrimonial: es hacerse uno con su cónyuge trasparentando la unión de Cristo con la Iglesia. El matrimonio forja familia que enriquece la vida eclesial con nuevos miembros.
·       La vida laical: es hacerse uno con los demás como discípulo misionero. La vida se entiende mejor cuando se muere a sí mismo para dar paso a una nueva existencia en el encuentro con Cristo.

Reflexionemos:

¿Qué entendemos por cultura vocacional?
¿Por qué es necesario promover la cultura vocacional en nuestra vida de Iglesia?
¿En quién se encuentran las diversas vocaciones específicas y por qué?




[1] Documento Conclusivo del II Congreso Latinoamericano de Vocaciones 73
[2] Ibid. 81.
[3] Ibid. 53
[4] Ibid 79

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